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La tentación del éxito

Hace algún buen tiempo (el tiempo es tan relativo en internet), cuando las aguas eran mansas en la cholósfera, comentábamos sobre cierta cultura del fracaso en Lima; esta tentación a perder cuando el pan está a punto de salir del horno. Ciertamente quien había retratado mejor esa imagen de tiernos losers había sido Julio Ramón Ribeyro, y no por gusto sus diarios personales tuvieron el título que tuvieron. Sobre su relación con darle la contra al éxito, Ribeyro dijo:

“Carezco de voluntad (pues si la tuviera no habría fumado ni bebido durante años para librarme del mal que me mata), de ambición (pues habría aprovechado situaciones privilegiadas para sacar ventaja de ellas), de coraje (pues me habría ido a las guerrillas en 1964), de lealtad (pues debería haber renunciado públicamente a mi cargo cuando cayó Velasco), de previsión (pues debería poner orden en mi vida ahora que me estoy yendo de ella y dejo mujer e hijo). En suma, soy el mal ejemplo, lo que debe descartarse.”

Los orígenes y la extensión de esta cultura para perder no los conozco. Pero es cierto que todo el proceso migratorio removió ciertos valores relacionados también con las aspiraciones personales. No es para menos. Migrar significa dejar atrás algo para buscar algo mejor (o menos peor, si nos ponemos grises y limeños). Quien migra lo hace generalmente porque aspira crecer, progresar, y en última medida, vencer al monstruo, triunfar. «Busco una nueva vida en esta ciudad, donde corre dinero y hay maldad, con la ayuda de dios se que triunfaré y junto a ti, mi amor, feliz seré», cantaba Chacalón.

En este proceso de búsqueda del éxito se van formando también imágenes de qué significa triunfo, qué significa fracaso. Es un proceso discriminatorio, que puede generar nuevas jerarquías como puede también reproducir algunas viejas formas.

Creo que en ese sentido va la crítica a la publicidad que realizó Toronja para los exámenes de admisión de la Universidad San Martín de Porres. «Si te imaginas médico, no te ves poniendo curitas», y luego imágenes de profesionales triunfando en Estados Unidos. No llega a los extremos de una publicidad que tenía la Universidad de Lima en la que aparecía un tigre cazando una gacela. La Pontificia Universidad Católica del Perú tenía otra en la que se mostraban varios egresados que habían alcanzado puestos de poder en el estado peruano. Éxito, poder, migración. Nadie hablaba de que el éxito de un profesional esté relacionado con la competencia en la respectiva rama, con la honestidad, etc. Sino, con el hecho de tener voluntad, ambición, coraje; todas aquellas cosas que Ribeyro decía no tener. No tener alguno de esos valores te convierte en un loser total. It’s a beautiful world for you, but not for me.

Tampoco espero que una publicidad cambie el mundo (y ojalá los publicistas no crean que pueden hacerlo). Jugar también a la sorpresa y a la provocación se ha vuelto manido, chiste repetido que sabe a podrido. Y en ese proceso se puede ocultar el traspiés con el estribillo de la provocación («No, no me equivoqué. En realidad lo que queríamos era provocar»). Sí, claro. En fin, ese es otro tema.


Dibujo premonitorio de Juan Acevedo. Hacer click sobre la imagen para ver más grande.

Construir una cultura de éxito inclusiva. Construirla desde la escuela y que esta no sea (como lo es ahora) un marcador de distinción social. Complicado, difícil, arduo. Y dejen a los tiernos losers y también a los que ponen curitas, inyectables, etc., en paz.

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9 comentarios

  1. Hola Morsa, te devuelvo la visita. Una pregunta porque no sé si entendí bien. Si una persona de provincia que migra a Lima publicita su migración como un paso de éxito, ¿el limeño que migra profesionalmente a EEUU, y lo considera un éxito, es excluyente?

    Creo como tú que el spot de Toronja pudo tener otro fraseo, pero dirigada a la misma idea. Pero no estoy de acuerdo que la provocación sea un chiste repetido! Yo creo que hay que ser honestos en reconocer que estos mensajes publicitarios y la onda Toronja están inyectando nuevos matices a la discusión. Antes era más fácil decir: «spot discriminatorio!». Ahora no, ahora son necesarios varios posts para pensar por qué nos molesta o por qué creemos que está bien.

    Tu concepto de «construir una cultura de éxito inclusiva» no sé por qué me suena a una especie de igualitarismo en las aspiraciones individuales. ¿Ya no sólo debes tene cuidado con lo que haces, sino con lo que sueñas?

    Sería interesante discutir eso.

    Saludos

  2. roberto roberto

    Hola Luis.

    A ver. Lo de la migración lo pongo en términos generales (del campo a la ciudad, de Lima a Washington, etc.)

    Lo de la provocación sí puede ser un recurso manido, repetido. Como en una reunión o conversa cuando llega el «provocador» y dices «pucha, llego el pesado de nuevo dando la contra» (no pun intended).

    Y lo de cultura de éxito inclusiva lo dejo abierto. No creo en igualitarismos y más bien tanteo algún tipo de inclusión o respeto a las diferencias. Si quieres ser un médico premio nóbel, chévere. Si quieres hacer voluntariado y poner inyectables, también bacán. Pero sí, esto da para abrir el debate.

  3. litio litio

    Hola. Muy chéveres todos los referentes que pones, pero no entendí tu punto, tuve que entrar al post de Luis Aguirre para captar más o menos hacia dónde ibas.

    Sobre lo de «cultura del éxito inclusiva», creo que podría tener dos significados diferentes:
    a) Que nuestro éxito respete a los demás
    b) Respetar todos los posibles tipos de éxito que puedan plantearse las personas.

    Supongo que tú te refieres más a la (b) y Luis a la (a).

    Odio la palabra éxito. Me parece que está identificada con un desarrollo centrado en la gratificación del ego, lo cual te deja siempre igual de vacío. No le deseo eso a las personas sino que encuentren otra forma de desarrollo personal, la que quieran, pero que al final les proporcione una vida más plena.

  4. Exacto, morsa. Eso es en lo que la publicidad más liviana y ligera se ha convertido, en un eterno traspiés disfrazado de provocación o, como bien lo dijo Toronja al respecto del afiche del Festival, «la publicidad no es la madre de la exclusión sino que refleja las exclusiones de la sociedad». Discurso que pretende cojudear a nuestra gente con un argumento que insulta nuestra inteligencia. Señores de Toronja, la sociedad es excluyente, claro que sí. ¿Pueden tratar de vendernos la sociedad en la que queremos vivir y dejar de reproducir nuestras ancestrales taras y prejuicios, y lo que es peor, lucrando con ello?

  5. roberto roberto

    Litio: En realidad yo apunto a lo que tú planteas, la idea de desarrollo personal (qué paja hubiera sido una publicidad que te diga, no sé, «aquí podrás ser lo que tú quieras», o algo así). Y claro, si alguien quiere por allí comerse el rollo del éxito, no lo comparto, pero bien por él. Se respeta y comprende la diferencia.

    Y la pregunta de chuto, de Choledad Privada, está abierta creo, para que la gente de Toronja responda.

  6. Sigamos con esta pequeña discusion:

    Creo que litio da en el clavo cuando dice al final de su comentario que no le gusta la palabra «éxito», no importando el significado que ésta tenga.

    A la larga, como yo lo veo, el spot de Toronja es una definición de la palabra «éxito». Y, avanzando un poco más en el razonamiento de litio, una idea como «cultura de éxito inclusiva» vendría a ser una contradicción: el ego intentando acomodar a su lado, o dentro de él, otros egos. Pero eso equivale a desaparecer el ego.

    Por eso creo que «cultura de éxito inclusiva» es justamente la negación del éxito o de este particular culto al ego. Por eso hablaba de igualitarismo.

    Ahora, me parece un poco injusto comparar el afiche del Festival de la PUCP con este spot. El afiche fue definitivamente un traspié, una distracción, no una provocación. Según creo, por algunos testimonios que pude recoger, Toronja no presentó su propuesta haciendo hincapié en ese detalle. En el spot, en cambio, la provocación se explica sola: está en el texto mismo.

  7. litio litio

    Hola Luis. Ahora entiendo menos que antes por qué «cultura de éxito inclusiva» te parece una contradicción. Yo hablaba de que «éxito» me suena a satisfacción del ego, pero no creo que eso necesariamente se contradiga con la idea de inclusividad. Tampoco me parece que desaparecer (o reducir) el ego equivalga a igualitarismo, para nada.

    Quizá se me ha escapado algo de tu razonamiento o tus conceptos. Si te es posible te pediría que los expliques un poco más.

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