Marx por Heduardo. Fuente: Baúl de recortes
El libro que ando leyendo ahora es «Batallas por la teoría. En torno a Marx y el Perú», de Guillermo Rochabrún. Su primer capítulo («Un marxista académico ante el espejo») es un texto que debería ser obligatorio a cualquier científico social (o aspirante a ello). No solamente por la franqueza y sinceridad de Rochabrún (sinceridad que he sentido al leer el testimonio/libro/autobiografía política de Maruja Martínez, por ejemplo), sino por un estilo de escritura, digamos, con la navaja entre los dientes. Es aún más interesante su lectura, por varias razones, que ahora enumeraré:
1. Porque, en medio de una serie de lugares comunes (en los que, incluyéndome, podemos tender a caer), la exigencia de Rochabrún se dirige al rigor teórico, a la necesidad de pensar y sudarla al momento de reflexionar la realidad concreta. En medio de un boom en la venta de libros escritos por Marx y, al mismo tiempo, en una caída libre de textos que incorporan al marxismo como punto de partida, la apuesta de Rochabrún es la de una búsqueda de diálogo casi necia. Entiendo por qué es tan querido por sus alumnos.
(Su crítica a la tan citada «herencia colonial» no busca negarla como concepto, sino más bien preguntar por qué es que se reproduce año tras año dicha herencia, qué pasa en el país para que esa herencia superviva. Lo que rechaza es la referencia del pasado para explicar el presente, sin historizar dicha referencia, es decir, olvidando los procesos que permiten que tal condición se mantenga).
2. Aún siendo casi un paria en la izquierda peruana (maoísta, marxista, etc.), la suya es parte de dicha corriente política. Esta suerte de señal sin respuesta (para usar una figura de Ósmar Gonzales) de Rochabrún habla mucho sobre cierta falta de reflexión de la izquierda sobre el país, sobre los procesos que venían ocurriendo durante las últimas décadas (la migración, los «informales», Sendero Luminoso, etc.). Situación que además se repite hasta el día de hoy, con un divorcio ya añejo entre academia y política (partidaria, movimientista, etc.).
3. La búsqueda de originalidad. ¿Es posible releer a alguien tan denso como Marx y seguir sacando, más que respuestas (lo que sería caer, además, en el sentido común), sino preguntas nuevas? La lectura que hace Rochabrún de Marx apunta al carácter histórico de los textos del «Moro» y más bien atender al proceso de investigación. Rochabrún apunta bien que el asunto en Marx no es tanto el estudio de la mercancía en tanto «cosa económica», sino la mercancía en tanto «cosa social», la mercancía dentro del conjunto de relaciones que se construyen todo el tiempo. Nada es inmanente. Las clases sociales solamente existen (tal como lo apuntó E. P. Thompson) en las relaciones sociales, y no fuera de ellas. De allí que las preguntas nuevas aparezcan, al estudiar cómo estas relaciones se dan, se reproducen en el tiempo, aparecen, desaparecen, se transforman.
De allí que Rochabrún saque el tablero de Ouija e hiciera hablar a Marx y a Engels para comentar sobre el desarrollo del software y la piratería («yo considero a los piratas como la nueva vanguardia del capitalismo […] yo no me refiero a los piratas de medio pelo, sino a los verdaderamente grandes» le dice Marx a Engels en un segundo intercambio de cartas).
Un marxismo alejado de dogmas (como el que me enseñaron, en distintos tiempos Raymundo Prado y Juan Abugattas). Y más bien, una batalla por la reflexión y la disciplina científica, donde la teoría es el punto de llegada de la reflexión y no el lugar de salida.
Más:
– Guillermo Rochabrún, un marxista crítico (Virtù e Fortuna)
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He leído el libro de Rochabrun. Concuerdo en que su gran mérito está en el rigor. Es una recopilación de textos escritos en diferentes momentos, pero en todos se nota la seriedad con que el autor aborda los temas.
Pero tengo varias discrepancias con el autor. La principal de ellas: que adopta la perspectiva Socialdemócrata, en el sentido de considerar que ya no es posible salir del sistema capitalista y, en consecuencia, solo nos queda reformarlo:
”Por lo que cabe luchar, con todo lo improbable que pueda parecer, es por una autotransformación del capitalismo, que será lenta, gradual errática y penosa”… (…) ”que tendería hacia formas socializantes en la empresa” (pág. 249). (aquí hace mención a Peter Drucker y la nueva visión de empresas responsables y trabajadores ”comprometidos”).
Contrariamente a lo que dijeron Drucker
y otros, el capitalismo no está evolucionando hacia formas ”más socializantes en la empresa”. Lo que hay es la gran ola de reestructuración empresarial, con los despidos masivos, la tercerización (que supone arrasar con los derechos laborales) y las fusiones (que crean nuevos monopolios y oligopolios, los que, a su vez, amenazan la democracia liberal con su creciente poder).
El incorporar a los trabajadores para que se comprometan con la empresa ha resultado ser nada más que una forma de intensificar la explotación, con el cuento de la ”iniciativa” y la ”creatividad”. Un sociólogo que no es marxista ni mucho menos, como Richard Sennet, ha descrito muy bien este nuevo panorama empresarial, en ”La corrosión del carácter”. Bárbara Ehrenreich ha hecho dos formidables reportajes vivenciales sobre el mundo del trabajo en los Estados Unidos (”Por cuatro duros” es el que he leído).
Seguir creyendo, a estas alturas del nuevo fascismo económico que vivimos, en las optimistas predicciones de Drucker, es ingenuo.
Similares errores comete Rochabrún en esas cartas entre Karl y Fred. Sotiene lo que son lugares comunes del pensamiento capitalista, como que los capitalistas solamente consumen una insignificante porción de sus ganancias. Es verdad, pero eso, si lo dejamos allí colgando, parece sugerir que el grueso de las ganancias, que no consumen , se distribuye de algunam manera en la sociedad, beneficiando a todos. Craso eror. Las ganancias se acumulan, para, a su vez, acumular más ganancias. p[recisamente, la lógica del capital está en autorreproducirse conbstantemente, no en repatir ni en distribuir nada. Eso explica que tengamos, rodando por el mundo, gigantescos capitales, cada vez meas grandes, buscando ávidamente dónde colocarse, y creando burbujas especulativas. Nada de eso beneficia a los trabajadores, solo agudiza la explotación.
No puedo extenderme más por ahora.
Muy pocos van a comprender la importancia de hacer teoría seriamente. Rochabrún es un gran docente, casi una isla, casi desconocido (menos para la gentita de la pucp); su nuevo libro es fundamental para repensar por donde ha avanzado la teoría social en nuestro país. Ojalá tenga más eco. Ojalá.
El libro de Rochabrún no está dedicado exclusivamente a la falta de rigor y al dogmatismo de cierta izquierda. Sus reflexiones críticas encaran toda la tortuosa ruta de las CCSS peruanas (y en particular la sociología limeña)por entender el Perú. Denuncia puntualmente los lugares comunes, las verdades alegremente consensuadas y los sloganes del momento que en comandita fabricaron académicos, políticos y directores de ONGs. Por ejemplo: En los ochenta se elogiaba el cariz democrático del movimiento popular (para enfrentarlo con el «mesianismo senderista»), pero en los noventa se cambia el discurso muy guapamente señanalando las ancestrales contuctas autoritarias del pueblo peruano para explicar el éxito del fujimorismo.
Antes el pueblo era A y ahora B. Y no conozco ningún científico social de campanillas de esos años (mucho menos a los famosos senderólogos de entonces) que hayan reconocido que se equivocaron o la cagaron. Ahora que nos gobiernan Lacan y sus amigos, esperemos que sus seguidores no caigan en lo mismo dentro de algunos años.
Jajaja, si pues ahora nos gobierna Lacan y también Žižek. Horror 😛
Quizás debamos volver al Marx menos marxista, el que se abre al mundo postmoderno a través de intuiciones atrevidas y no de sistemas cerrados como el de “El Capital”. Me refiero al Marx de los “Grundrisse” y al de los Manuscritos Económico- filosóficos” de 1844, cuya lectura ha bordeado siempre lo subterraneo frente las interpretaciones dominantes de Lenin, Trosky y Mao. Quizás sea su yerno Paul Lafargue y su “Derecho a la Pereza” el primero en abrir esa línea de interpretación que entiendo que llega hasta nuestros días con Serge Latouche y su “La apuesta por el Decrecimiento”.
Un saludo,
J.C.
Lo interesante de Marx que posibilita muchas entradas. Ojo, no es la primera vez que se habla de los Grundrisse y los Manuscritos para «humanizar» al monstruo. A mi me gusta verlo como un todo integral. Un abrazo.