Esa cárcel llamada Magaly, Álvaro Portales
Abelardo Sánchez León da una vuelta al caso Magaly Medina, más allá de lo mediático, para explorar el vínculo entre «los mil ojos y mil oídos» de Medina, el conservadurismo y el hogar como centro del mundo capitalista. Copio un párrafo:
«Max Weber y Gore Vidal lo han explicado claramente: el capitalismo tiene como interés fundamental la producción y en su esquema el hogar es la garantía de que esa premisa se cumpla. Se debe trabajar en la fábrica y descansar en el hogar. El hogar es el sitio donde se reponen las fuerzas: garantiza que el trabajador irá a la fábrica al día siguiente. El hogar propicia la reproducción, el ahorro, respalda la tarjeta de crédito y orienta la proyección financiera. Lo que suceda fuera de sus paredes amenaza su organización y no favorece la producción. En ese marco, Magaly Medina se erige como la fiscal y muestra su largo dedo acusador. Si en algún momento entendimos su papel como transgresor, nos equivocamos: ella defiende el orden establecido de las arraigadas costumbres familiares». (El papel de Magaly, Abelardo Sánchez León).
Es una vuelta de tuerca interesante, que ubica a Magaly Medina no solamente como esa «comisaria del pueblo», el honor y las buenas costumbres, sino que ubica al hogar como un lugar clave en la ecuación capitalismo + modernidad. En todo caso, de nuestro capitalismo y de nuestra modernidad: espacios públicos bajo el velo conservador, espacios privados como el reino de la ilegalidad, lo privado que se impone sobre lo débil público, hombres que deben ser caballeros y mujeres que deben ser madres y damas.
Honor, hogar, mujeres:
«El significado del honor es clave para entender esta premisa. La preservación de un modelo moral de lo femenino pasa por la categoría de honor, pero más importante aún, pasa por el cruce de la categoría de honor con la diferenciación étnica: quiénes sí preservan el honor masculino y quiénes no. El honor se vuelve así en una herramienta discursiva más para nombrar, clasificar y diferenciar, es decir, reproducir un orden social determinado al interior de la nación. Ver también: Yuval-Davis, Nira 2004 Género y Nación (Lima: Ediciones Flora Tristán).» (El que no tiene inga tiene de mandinga, Fátima Valdivia en LOS ESTUDIOS AFROAMERICANOS Y AFRICANOS EN AMERICA LATINA HERENCIA, PRESENCIA Y VISIONES DEL OTRO).
Se le puede dar más vueltas a la idea.
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Increíble giro de una historia donde ella parecía la víctima, pero donde ahora los encarcelados somos nosotros. Brillante.