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Revisionismo en Lucanamarca

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Edmundo Camaná (también conocido como Celestino Ccente), sobreviviente de una masacre senderista en Lucanamarca (Fuente: Caretas, vía Perú Foto Libre)

De todas las masacres cometidas por Sendero Luminoso, la de Lucanamarca es la única que Abimael Guzmán reconoció como decisión suya y solamente suya. Recordemos:

«A fines del ’82 ingresan las Fuerzas Armadas formando mesnadas… Frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria respondimos con una acción: Lucanamarca, ni ellos ni nosotros la olvidamos, claro, porque ahí vieron una respuesta que no se imaginaron, ahí fueron aniquilados más de 80, eso es lo real… fue la propia Dirección Central la que planificó la acción y dispuso las cosas.» (Cita tomada de Pol Pot y Abimael Guzmán, Almas paralelas por César Lévano)

La Comisión de la Verdad y Reconciliación identificó 69 víctimas fatales en Lucanamarca, todas ellas asesinadas por un escuadrón senderista de la muerte con machetes, cuchillos y armas de fuego.

Uno de los sobrevivientes fue Edmundo Camaná, quien fuera, con los vendajes cubriendo sus heridas, fotografiado por Óscar Medrano, fotógrafo de Caretas. La historia de Camaná, como la otros tantos pueblos de la sierra peruana, fue de lucha y resistencia frente al terror impuesto por Sendero Luminoso.

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Edmundo Camana y Óscar Medrano, 25 años después de la masacre (Fuente: Revista Memoria, IDEHPUCP)

Lo alucinante de todo esto, es que el inefable congresista Edgar Núñez está poniendo en duda tanto la fotografía como sus heridas:

«El congresista Edgar Núñez dijo hoy que se habría producido una supuesta manipulación en el uso de algunas fotografías de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), que constituyen parte de una muestra gráfica sobre la violencia terrorista en las décadas de 1980 y 1990. Durante una sesión de la Comisión de Defensa, que preside el legislador aprista, dijo que la emblemática fotografía que muestra a un campesino con un pañuelo en la cabeza ocultando uno de los ojos, presuntamente no correspondería a una persona que sufrió la pérdida de un ojo. Para fundamentar su afirmación, mostró otra fotografía en la que se aprecia al mismo campesino, con la misma ropa, pero en la que se le ven los dos ojos, uno de los cuales,dijo, se encuentra prácticamente cerrado debido, según Núñez, a un proceso viral ocular.»(Fuente: Andina)

Mañana el congresista Núñez pondrá en duda el coche bomba de la calle Tarata, la muerte de María Elena Moyano, la de Pascuala Rosado. Abimael Guzmán lo agradece sentidamente.

Al final, si uno lo mira fríamente, los críticos al museo de la memoria y al trabajo que realizó la Comisión de la Verdad y Reconciliación, hacen un gran favor al poner estos temas al debate público.

Actualización I: TV-Ocram realiza una entrevista a Óscar Medrano, autor de la foto en cuestión.

Actualización II: TV-Cultura viene preparando un documental sobre Lucanamarca. Aquí el trailer:

Perútags:

Publicado en General

19 comentarios

  1. En el libro “Yuyanapaq. Para recordar”. Lima: CVR, 2003 (pongo la referencia para ver si el Sr. Núñez aprende a leer sin tergiversar y revisa el libro), en la página 49 se ve la foto del campesino Edmundo Camana y en la página anterior la leyenda de la foto (que es la misma que la de la exposición).

    “24. En el Hospital Regional de Ayacucho, Celestino Ccente, un campesino natural de Iquicha, Huanta, se recupera de las heridas que le infligieron los senderistas en 1983. La tela cubre un corte perpetrado con machete. Foto: Óscar Medrano. Revista Caretas.” (p. 48)

    Nuestro trístemente célebre “Inspector Clouseau” de la política peruana realmente ve cosas donde no hay. Ve sueldos donde dice “gastos operativos”, ve fotos manipuladas y cortes de ojo cuando el texto es muy claro. Esta es una prueba bien clara de la manipulación de estas autoridades de cuarta y del rebote que tiene en periódicos de quinta.

    La imágen es ambigua, no muestra lo que hay debajo de la tela, pero la leyenda es clarísima, es un corte de machete. Si hubiera sido la “pérdida de un ojo” y la CVR hubiera conseguido las pruebas para afirmarlo sin duda habría estado en la leyenda (que fue redactada por un grupo de profesionales del cual yo participé). También vimos la foto sin tela y es clarísimo el corte a la altura de la frente (sin pérdida de ojo), el cual no le causó la pérdida de la visión, sino una parálisis permanente. Si hubo “proceso viral ocular” fue debido a las secuelas del corte, y eso no era trascendente para la leyenda pues el proceso viral no fue causado por Sendero Luminoso, pero el corte con machete sí. Es una exposición sobre violencia política, señor Núñez, no de virología.

    Que Núñez traiga al sr. Camana (Ccente), seguro le ofrecerá dinero o prebendas para que cambie su testimonio, pero el que dio a Medrano (sin coacción de por medio) es clarísimo y Núñez debería leerlo antes de seguir haciendo el ridículo en público. O mejor que siga, su papel como tonto útil para evidenciar las estrategias de mentira y manipulación le quedan como pintado.

  2. Alfredo P. Alfredo P.

    Oigan, ¿porqué en vez de continuar desgarrándose las vestiduras por el fallido plan de instaurar un “museo”, mejor no plantean otorgarle atención médica a Edmundo Camana?, leo en la revista linkeada, que este hombre necesita atención médica (no necesita de un museo):

    http://www.pucp.edu.pe/idehpucp//images/docs/revista%20memoria%204.pdf

    La imagen de Edmundo Camana -que refleja todo el salvajismo del terrorismo comunista- ha sido publicada y reproducida en todas las publicaciones que sobre la “violencia política” de los últimos 25 años y este hombre no ha recibido ni un céntimo por el uso de su imagen.

    Ya es hora de compartir las ganancias, ¿no creen?.

  3. roberto roberto

    Alfredo, de verdad es una buena campaña, de verdad.

  4. Alfredo P. Alfredo P.

    Hey!, yo seré anti-izquierdista, anti-caviar y anti rollo ideológico de DD.HH, pero no por eso no me dejan de preocupar las personas reales de carne y hueso.
    Me parece muy injusto que la imagen se Edmundo Camana se haya reproducido en muchas publicaciones y haya dado la vuelta al mundo, sin que éste reciba nada a cambio.
    A la desidia gubernamental parece que le sigue la avidez de aquellos que explotan desgracias como la ocurrida en Lucanamarca para lucrar.

  5. Alfredo P. Alfredo P.

    Ah! y me olvidaba, mis opiniones son personales y yo no formo parte de ninguna campaña o complot.

  6. Por estos dias la productora TV Cultura viene preparando el estreno en Perú del documental «Lucanamarca»:

    «Santiago de Lucanamarca, una remota comunidad campesina de los Andes peruanos, es remecida por la presencia de la CVR que viene a abrir las tumbas de los 69 fallecidos en la matanza del 3 de abril de 1983. Veinte años después surge la posibilidad de cerrar las viejas heridas pero la desconfianza recorre también las calles del pueblo.»

    Pueden ver el trailer en: http://lucanamarca.com/

  7. Luego que la semana pasada se diera una Polèmica en torno al rechazo del gobierno a formalizar una ayuda del gobierno alemàn para la construcciòn de un Museo de la Memoria de la època de la violencia polìtica; ahora, el congresista aprista Edgar Nuñez acusa a la CVR de trucar fotografìas para asì desprestigiar su labor.

  8. Amazilia Amazilia

    Lo terrible es que el afectado nunca recibio ayuda medica ni reparacion, segun dice la nota. Asi como el las victimas del terrorismo siguen abandonados en Ayacucho sin que nadie les preste atencion.

  9. roberto roberto

    Ese es un punto que he venido sosteniendo. ¿A quién le corresponde asistir a estas víctimas? A mi entender, al estado peruano.

  10. vpc vpc

    Cierto. Es el estado perunao el que debería encargarse de él, incluso en el contexto de las reparaciones sugeridas por la CVR, pero estas tampoco se dieron o están en veremos. A ver que ONG de DD.HH. se apunta para ayudar a su símbolo.

  11. Alfredo P… primero, si eres tan «humano» empieza poniendo tu nombre en lo que escribes (sobre todo si vas a exigir que la gente se sincere). Segundo, el trabajo de asistencia a víctimas de la violencia es un trabajo propuesto por la CVR (reperaciones individuales y colectivas) que NO ha sido llevado a cabo por el Estado con la velocidad que se requiere. Hoy la primera menciona que:

    «(Camana) No está incluido en ninguno de los programas sociales que -según el gobierno- destina a la población más necesitada del país.»

    Lindo gobierno el que defiendes. ¿Tú pagas impuestos? Bueno, esos son no para que acaben en los bolsillos de Rómulo León, sino para ayudar a personas como Camana.

    El link aqui: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=34281

    Y eso no quita la manipulación aberrante que hace Núñez y que es rebotada por Expreso, La Razón y Correo. Ahí sí no mencionas nada, qué cómodo «P.».

  12. Los congresistas cada cierto tiempo nos salen con tonterías insostenibles como las de Núñez, para eso no fueron elegidos, hacer un lió por si unas fotos son trucadas o no, es solo una cortina de humo, ojala, alguna ves elijamos bien, pero parece tan difícil.
    Creo que preocuparse por los derechos humanos, es parte de un ser sensible, que respeta la vida del prójimo y se indigna ante las injusticias
    http://blog.portalcontableperu.com/2009/03/06/nuestros-congresistas-y-su-pobre-papel/

  13. fan de nell fan de nell

    Oye, valdez, las verdades duelen: si eres tan valiente, a ver, di cuánto cobraste con la CVR???? 13 millones de dolares se despilfarró en los asalariados de la CVR, para que al final solo se dedicaran a remover horrendas heridas del alma y no les dieran NI UN MEJORAL a afectados como el Sr. Ccente. Lo que platea Alfredo es correcto: que por lo menos el SIS sea para TODAS LAS VICTIMAS de la violencia subversiva, es facilismo sacar un proyecto de ley de cuatro lineas que apruebe eso y que se apruebe en el pleno, sin tanta vuelta. Y no me vas a decir, Valdez, que no pudieron hacer eso los caviarones de la CVR y sus suertudos asalariados como tú….Te reto a que TU MISMO lleves al sr Ccente a ESSALUD o al MINSA y lo ayudes a que se inscriba en el SIS y le den tratamiento. A VER!!

  14. fan de nell fan de nell

    Y eso de que la CVR propuso lo de reparaciones pero «no ha sido llevado a cabo por el Estado a la velocidad»…son puros pretextos patéticos de una izquierda incapaz de hacer BIEN ese trabajo, pues por qué no dices que los que trabajan en el Consejo de Reparaciones SON TODITITOS DE LAS ONG’S DE IZQUIERDA Y CAVIARES.Y que ganan unos sueldazos. Qué facil es hacer de gato de despensero pero lavarse las manos cual Poncio Pilatos. Comechados.

  15. roberto roberto

    bueno, los del consejo no sé de que afiliación vienen, pero parecen ser los más idóneos. y eso de increpar a jorge váldez por trabajar en la cvr (yo también trabajé, y aprendí hartas cosas). lo demás, las bravuconadas, no lo sé, corresponde al estado actuar. eso de la resposabilidad social siempre me sonó a cebo de culebra cristianón, para qué.

    otro, estoy intentando enviarte un correo personal, porque ya mucho comment por allí de caracter troll. tarjeta amarilla. saludos

  16. El papel que viene cumpliendo el congresista apro-fujimorista es criticable porque pretende desprestigiar un alevoso hecho de nuestra historia más reciente.Solo las investigaciones daran luz sobre la misteriosa muerte de Edmundo Camana.Sobre el tema ecribí un post en mi blog:
    http://desdeeltecho.blogspot.com

  17. La Guerra de los Tenientes

    Artículo de Gustavo Gorriti en su columna “Las Palabras” de Caretas 2131 del 27 de mayo.

    ¿Por qué hubo matanzas de gente indefensa perpetradas por las fuerzas de seguridad durante la guerra interna? Sendero, que había iniciado y agravado la violencia, mataba casi cada día a víctimas inermes. Pero si Sendero asesinaba, ¿las fuerzas de seguridad no debían proteger?

    Me pregunté eso muchas veces durante la década de los ochenta, pero sobre todo en los primeros meses de 1983, cuando la acción contrainsurgente de la Fuerza Armada era relativamente nueva. Las primeras medidas del general Clemente Noel, a cargo de las operaciones militares y, en los hechos, del mando político en la zona, parecieron al comienzo racionales y congruentes, cuando declaraba que su objetivo era recobrar el imperio de la Constitución en las zonas remecidas por la violencia.

    Dada la gravedad de la situación entonces, en la que para todo propósito práctico la Policía había sido derrotada, se sabía que iba a haber enfrentamientos duros y mortales. Pero, ¿no se suponía que el combate entre grupos armados debe regirse por las leyes de guerra, que respetan la rendición y protegen a la población desarmada?

    El general EP Clemente Noel, a quien entrevisté varias veces, era una persona más bien afable, que parecía tener una disposición gregaria y concertadora. Había sido alumno en el CAEM del mentor intelectual de Abimael Guzmán, el filósofo arequipeño Miguel Ángel Rodríguez Rivas, y le profesaba parecido respeto al que años atrás había expresado Guzmán.

    Pero poco tiempo después de la tragedia de Uchuraccay, Ayacucho se precipitó en el despeñadero que en los meses y años siguientes lo habría de convertir en una de las capitales del mundo en desapariciones y asesinatos. Los cadáveres amanecían en las quebradas de Infiernillo y Puracuti, y las madres y esposas atardecían en colas largas en la oficina de la Fiscalía de la Nación, donde la entonces joven fiscal Flora Bolívar podía hacer poco más que llenar un registro fiel de quienes –la experiencia prontamente lo enseñó– difícilmente retornarían a su hogar.

    El primer gran cambio sucedió con el lenguaje. El pretendido desconocimiento burocrático, la hipocresía y el eufemismo ocultaron las sustantivas, soterradas pero fulminantes realidades de una violencia en la que al totalitarismo fanático y asesino de Sendero se le oponía un blando discurso de fachada, de supuesta defensa de la Constitución, y una cruel realidad de guerra de aniquilamiento.

    ¿Por qué? ¿No era aquello, además de ilegal, contraproducente y estúpido? Lo pregunté, como queda dicho, muchas veces, pero la respuesta más sincera me fue dada ese año por un general que tenía entonces uno de los puestos más altos en el Ejército. Yo lo conocía desde varios años atrás, cuando fui agricultor en el departamento de Arequipa. El general, que ya ha fallecido, era, aunque de temperamento vivo y hasta violento, un hombre correcto y honesto.

    Aunque en rigor no lo éramos, me trataba de “paisano”, y ese día, en su oficina del Pentagonito, cuando le pregunté sobre el tema, se puso serio, pidió a su secretaria que no lo interrumpieran y me dijo, palabras más, palabras menos, lo siguiente:

    – Paisano, esto no se puede decir, pero tienes que entenderlo: no hay otra. A un subversivo cristalizado no lo puedes cambiar. Nos duele, somos padres, somos gente correcta, pero no hay otra. Ese no va a cambiar. Si no lo eliminas, saldrá a la calle y matará a otros, a gente inocente, no como él, y envenenará a otros que cuando se cristalicen ya no van a tener remedio tampoco. ¿Tú crees que nos gusta? ¿Crees que no nos duele? Pero no hay otra.
    Un subversivo cristalizado ya no tiene remedio.

    Finalizó diciéndome que en situaciones como la que vivíamos, no saber actuar a tiempo era más cruel que hacerlo.

    Ese general, que al morir no tenía otro ingreso que su fraccionada pensión, demostró algo probado hasta el desaliento por la Historia. La poderosa distorsión de las ideologías convierte muchas veces a gente correcta en implacables victimarios.

    Entonces recién declinaba en Latinoamérica un ciclo de brutales dictaduras contrainsurgentes que sofocaron todas las insurrecciones guerrilleras de la época, desde México hasta Argentina, salvo dos excepciones, Nicaragua y El Salvador (Colombia fue y es un caso diferente). La ideología contrainsurgente que imperó entre las fuerzas armadas latinoamericanas fue la de la guerre révolutionnaire francesa, profundamente antidemocrática y de raíces ultramontanas. Para sus profesos se trataba de una guerra virtualmente metafísica entre el “occidente cristiano” y el “comunismo ateo”. Al defender la tortura, uno de sus más célebres sistematizadores, el coronel Roger Trinquier, escribió, citando a Clausewitz, que “no hay errores más peligrosos que aquellos inspirados en la benevolencia”.

    En esos años, esa contrainsurgencia tenía el prestigio de la victoria y el respaldo del poder, actual o reciente. Estableció redes operativas y de inteligencia en toda América Latina, e influenció a las Fuerzas Armadas peruanas, sobre todo a partir del gobierno de Morales Bermúdez. Interrogatorio a través del tormento, desaparición de cuerpos y de huellas, doble historia: esa fue la doctrina subyacente que se aplicó durante buena parte de la guerra interna.

    Fue un proceso de sorda y corrosiva esquizofrenia, entre la democracia nacida en 1980; y el imperio de una contrainsurgencia ilegal, que en dos años produjo más muertes en los Andes y la Selva que, por ejemplo, todas las víctimas que causó Pinochet durante su larga dictadura.

    Pero, como sucedió en varios otros momentos de nuestra historia militar, la logística y el comando y control de la Fuerza Armada fueron más bien débiles en la relación entre las grandes y las pequeñas unidades. Por eso, la capacidad de iniciativa que tenía cada joven teniente o capitán que se hacía cargo de un distrito, era muy grande. Con muy pocos medios, tenía que alimentar, cuidar y mantener la disciplina de su tropa. A la vez, debía operar y, finalmente, proteger a la población local. Para los jóvenes, inicialmente inexpertos oficiales, al mando de muchachos casi adolescentes, generalmente foráneos (casi siempre llegaban de otras provincias), el desafío era inmenso y las instrucciones mínimas o inútiles.

    Por eso, hay veteranos que sostienen que esa fue una guerra de tenientes y de capitanes. En esa situación de responsabilidad e inexperiencia, las diferencias individuales afloraron y fueron decisivas. Muchos jóvenes oficiales se identificaron profundamente con la población que les tocaba defender y se convirtieron en líderes comunales en tiempos de guerra.
    En otros, sin embargo, el poder, la distancia cultural, la sospecha, el miedo y, a veces, la corrupción, los convirtieron en tiranos letales e impredecibles. A veces un tipo de oficiales sucedió al otro de un año al siguiente. Para los comarcanos, sobrevivir no solo suponía enfrentar a Sendero.

    Claudio Montoya Marallano fue un joven teniente de ingeniería en el Ejército durante los años duros de la guerra. Ingeniero o no, le tocó actuar como infante una y otra vez, en increíbles marchas y misiones entre descabelladas, cómicas, heroicas y muchas veces trágicas. Años después, retirado y emigrante, escribió una novela en primera persona sobre sus días de campaña. El libro se llama “El pecado de Deng Xiaoping” (1) y su lectura enseña más que la mayoría de análisis. Lo que a veces le falta en oficio narrativo se compensa con creces en la autenticidad del relato.

    Desgraciadamente, Montoya hizo una edición particular, muy pequeña, para amigos, compañeros y familiares. Gracias a uno de ellos pude leer el libro. Ojalá decida ofrecerla a una editorial que la pueda hacer llegar al público. Y ojalá otros de aquellos que alguna vez fueron jóvenes oficiales (o sargentos y cabos aún más jóvenes) escriban sus mejores y sus peores recuerdos de esos tiempos, con sinceridad, autenticidad y ojos de ver. Eso ayudará mucho a desenterrar la atormentada verdad del pasado, y al comprenderla y reconocerla, conquistar la memoria y la paz.

    Notas:
    (1) “El Pecado de Deng Xiaoping”, Claudio Montoya Marallano. España, 2008

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