Las declaraciones de Denise Ledgard a La Mula sólo expresan una vez más hasta qué punto no funciona la concesión a los sectores más ultra en temas tan básicos como el reconocer las violaciones a los derechos humanos, cometidas por las fuerzas del orden desde 1980 hasta el 2000. Imagino que todo debe estar en cierta mirada táctica, de matizar las masacres, violaciones sexuales, desapariciones, torturas, etc, cometidas por centenares de policías, militares, etc., bajo el beneplácito (cuando no bajo orden directa) de generales, coroneles, políticos y presidentes (hay un ex-presidente justo ahora en la cárcel por autoría mediática). Cuando Ledgard dice que ella «no va a decir qué estuvo mal y qué estuvo bien», sospecho en su cabeza que debe estar pensando que así quizá no cierren el LUM, que así quizá la dejen trabajar a ella y a su equipo. Que mejor es tener un LUM que no tenga posición alguna al respecto, que a no tener un lugar alguno.
Discrepo. No solo desde el punto de partida, porque tenemos sobrada evidencia (y hasta sentencias) sobre qué estuvo mal. Sino porque desde el punto de vista táctico, al sector ultra no le tienes que demostrar nada, no tienes que tenderle ningún puente porque no va a buscar ni un punto medio. El sector ultra no va a reconocer un solo desaparecido, ni un solo muerto, ni una sola mujer violada. todo lo va a querer ocultar bajo el velo de las acciones cometidas en un contexto de guerra y de pacificación. Además es una táctica que ha fallado antes, como cuando Carlos Tapia intentó convencerle, a ese sector ultra, de los resultados del IF de la CVR al decir que Sendero Luminoso había matado más.
Una lástima, porque de acuerdo con que las condiciones políticas para ser director o directora de un museo así deben ser terribles (con un presidente como el que tenemos). Pero es papel de los que estamos afuera exigir, reclamar, discrepar y criticar lo que hay que criticar. Como decirle a la directora del LUM que está equivocada: sí es papel del LUM, con mucha lucidez, inteligencia y creatividad, generar y fortalecer esa urgente y necesaria empatía con las miles de víctimas que aún siguen reclamándole justicia al estado peruano.
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