Hoy, en la universidad, tuvimos una conversa sobre transmedia, sobre hipertexto y nuevos públicos. Sobre cómo la industria del entretenimiento se plantea a veces reboots en sus narrativas, para acercarse a nuevos públicos, nuevos mercados. Y claro, la pregunta surgió sobre la política y conversamos al respecto.
Nuevos públicos, viejos públicos.
Hoy en día, hay centenares de miles de jóvenes con DNI, que acaban de dejar la adolescencia, para los que el fujimorismo, el golpe de estado del 92, la captura de Abimael, el terrorismo, son leyendas urbanas. Ni siquiera nacieron en esa época. Seguramente tampoco les interesa. La historia del terrorismo es tan importante para ellos como la guerra con Chile. O quizá menos.
¿Qué narrativa engancharía con ellos? No solamente preguntarse qué necesitarían, sino qué sensibilidades nuevas traen, qué nuevas formas de consumo de narrativas tienen, cuáles son sus paltas, cuáles son sus aspiraciones. Una campaña electoral, cualquiera, debería apuntar a dialogar con estas nuevas culturas juveniles. Humala la captó muy bien en la campaña anterior, con esos spots dirigidos al joven emprendedor que salía del colegio y ayudaba a su mamá que tenía su puesto ambulante. O la chica que estaba embarazada pero no quería dejar de estudiar. Ahorita, quizá sean PPK y KF los que mejor estén llegando a ese público. Me encantaría ver al FA o al BNP (o a una fusión de ambos), aprovechar justamente la juventud de sus voceros principales para llegar a los jóvenes. Hay una deuda allí.
Regresando, es un público nuevo. Para el que la historia y la memoria de nuestra generación (los casi cuarentones) es algo lejano, muy pasado. Claro, nos encanta ser nostálgicos, pero si algo se puede aprender de las industrias del entretenimiento es que puede valer la pena una especie de reboot. Una narrativa (transmedia) donde un interlocutor joven no tenga que aprenderse de la noche a la mañana toda la historia reciente del país (bastante densa, además) para engancharse y sumarse. Y que al mismo tiempo pueda apelar a la nostalgia de los románticos casi cuarentones, tan dados a recordar viejas gestas y batallas. Gran reto.
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