Estamos revisando, a puertas de tu cuarto cumpleaños, los apuntes de los años anteriores. Y siempre me alucino todo lo que has crecido, todo lo que has logrado, todo lo que has madurado.
Claro, es la madurez de una niña de cuatro años. Una niña que quiere ir a la velocidad del rayo en su scooter. La misma niña que tuvo una cosida de cinco puntos en la pierna y que los aceptó con orgullo y sin miedo. El miedo era el de tu padre, que tuvo que poner cara de póker, porque estas heridas de guerra son cosas que pasan.
Es el año en el que, habiendo ya descubierto y comenzado a dominar el poder de la palabra, quieres dominar el poder de la letra. El descubrir que cada símbolo que escribimos tiene un sonido y que juntos significa algo muy poderoso, como por ejemplo, tu nombre.
¿Qué hay en un nombre?, debes preguntarte. Detrás de un nombre hay una historia, la historia de tus padres, la de tus abuelos que te adoran, de tus tías y tíos que disfrutan de tus aventuras, de tus escaladas en los juegos de los niños más grandes.
Pero, y lo sabes, es el año del gran cambio. Vas a dejar tu guardería y el próximo año comenzarás tu vida de (pre)escolar. Muchos de tus amigos y amigas, con los que creciste y a los que conoces de casi toda tu vida, se van a ir a otras escuelas. Son tu mancha, tu collera, tu pandilla. Tu yunta brava. Mira, ni tu papá ni tu mamá hemos tenido nada parecido. Ese cariño que ustedes se tienen es demasiado bonito y encantador. Es un tipo de aprendizaje sentimental que quedará siempre dentro de ti.
Nos encanta tu transparencia, tu seguridad, tu dominio de la palabra, tus millones de preguntas y tu conchudez. Nos encanta que hayas escogido a una supervillana para disfrazarte. Todo eso hace, Verita, quien eres. Y sabes perfectamente que tus padres te amamos con locura y pasión.
La poderosa Nightmare Moon. Supervillana en el Mundo de Equestria.
Y tienes tu primera cicatriz. La primera de muchas, seguramente. Te dijimos el año pasado que el mundo te va a quedar chico.
¿Viste? No te mentimos.
Y, por favor, que la próxima cicatriz sea, no sé, de aquí a unos 17 años, ¿puede ser?
PS. Palabras aparte para el eterno agradecimiento que sentimos hacia a Yola, Denise, Gabriela, Romi, Paco, Santiago, Fabiola, Angélica, Elsa, Jessi y todas las profesoras de Cuidarte. Las vamos a extrañar hasta las lágrimas. Vera creció estos cuatro años con ustedes, Cuidarte fue su segunda casa. Nosotros también crecimos (y aprendimos) allí. También fue nuestra segunda casa.
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