Intensidad. Creo que ya vamos conociéndote más. Y esa es una palabra que puede definirte. Eres una pequeña mujer intensa. Intensa en tus cariños. Intensa en tus afectos. Intensa en tus curiosidades. Puedes dejar de hacer lo que sea que estés haciendo, si es que eso interrumpe lo que quieres aprender o dominar.
Y este ha sido el año en el que has descubierto y dominado la magia de las letras. El leer y escribir te dan una libertad única, ¿no? Te vemos escribiendo tus cartas, tus canciones, tus poemas. Escoges las palabras que quieres para las cosas que quieres. Escribiendo tu nombre sobre tus libros, porque eso es lo que son, TUS libros, y nadie podría o debe decidir qué hacer con ellos más que tú, porque muchos de ellos los escogiste tú misma cuando íbamos contigo a la librería. Y ahora que lees es mucho más alucinante. Las letras nunca más te serán ajenas. Hay un antes y después en tu vida con la lectura. Sartre decía, en sus memorias de aquellos años infantiles que cuando descubrió que podía leer: «Estaba loco de alegría. ¡Eran mías esas voces secadas en sus pequeños herbarios, esas voces que reanimaba mi abuelo con su mirada, que él entendía, que yo no entendía! Yo las escucharía, me llenaría de discursos ceremoniosos, sabría todo.»
No dudo que algo así de mágico debió ocurrir contigo. Para nosotros era ver otro salto evolutivo tuyo más, como cuando en el verano en plena campaña electoral dijiste «allí dice Pepe Luna». No sabíamos si lo habías visto en alguna publicidad o que, pero te preguntamos y dijiste «Pe-pe Lu-Na». Lo silabeaste para que no quede duda alguna de lo que acababas de leer. «Es una Pe y una E, es PE. Luego la ele y la u es LU y la ene y a la a es NA, PE PE LU NA». Lo decías haciendo énfasis en cada una de las letras.
Salto evolutivo, tan enorme como cuando mostraste tu sonrisota al haberte parado por vez primera. Y como lo tuyo es intensidad, es intensa tu búsqueda del dominio de le lectura. Te has devorado todos los libros, como el niño del libro de Jeffers, pero nunca tanto. Te tomas tu tiempo, descansas. Puedes leer un libro y dejarlo y continuar al día siguiente. Nos fascina verte jugar con los sonidos, cómo descubres el mundo de las rimas, cómo quieres hacer tus canciones, tus poemas y tus rapeos.
Eres intensa también con tus afectos. Quieres fuertemente a tus amigos de Cuidarte, a Cata, a Nahuel, a Santi, a Amaru, a Facundo y a Yacu. Ellos te quieren también y nos da un gusto enorme ver tanto cariño correspondido. Es un recuerdo que va a dejar una impronta gigantesca en tu memoria afectiva. Tu yunta brava.
Y fue este año también del ingreso a tu colegio. ¿Ha sido fuerte, no? Un cambio total. Nuevos amigos, nuevas profesoras. Grupos más grandes. Y te sientes contenta, te sientes querida. Igual ha sido un reto, dejar Cuidarte, que fue durante casi cuatro años tu segunda casa. No hay manera de que ese cambio se viva no intensamente. Tú quieres con toda tu joven almita.
Y te escucho además tomar poder sobre ti misma. En tus canciones y rappeos están tus declaraciones de principios. «Yo tengo el poder sobre mi y nadie más, nadie me puede decir que hacer», dices, siguiendo un ritmo alucinante. Tu música es un lenguaje más tuyo.
(Ana Tijoux, una nueva favorita tuya).
Y yo solo recuerdo que pareciera que fue ayer que te podía cargar y te podías echar arrullada en mis brazos. Me es cada vez más difícil cargarte pero insistes que te haga úpale y me dices muy seria que lo tendré que hacer hasta que cumplas noventa años. Me encanta tu optimismo.
Cinco años ya. Primero cinco años de esta gran aventura de a tres. Te prometimos diversión y emoción. Parece que tú también lo hiciste.